martes, 10 de abril de 2012

La sexta izquierda

Vuelta a la normalidad. ¡Cómo cuesta tras días de estudio escaso y dulces caseros en cantidades industriales! Estómago demasiado lleno y michelín peligrosamente engrosado, y neuronas en estado de shock.

Y cómo cuesta pegarse el madrugón para, con la radio de fondo, conducir hasta la ciudad y comprobar al llegar que no hay luz en las aulas (¿la crisis?), y te hacen esperar hora y media para dar la clase. Los profesores de hoy en día no saben vivir sin el powerpoint. Y ni por esas consiguen que salgas de clase con las ideas claras.


Después de clase he comenzado la penúltima rotación en Pediatría: lactantes y escolares, “la planta”. La sexta izquierda, como también se la llama. Un lugar distinto.

Las paredes y el suelo son grises, pero están repletos de dibujos y de color. En el control de enfermería no hay estanterías para las carpetas de las historias clínicas, sino una especie de encimera abarrotada de peluches y muñecos. No se escuchan visitas ruidosas, y aunque también se adivinan caras tristes y ojos cansados, hasta el pasillo llega el sonido de los dibujos animados desde el televisor, y alguna que otra risa. Los pacientes son como liliputienses, y hay que buscarlos en la relativa inmensidad de la cama. Y aunque tienen agujas en los brazos, y les hacen mil y una perrerías, ellos sonríen tímidamente cuando entras y les preguntas por esos juguetes tan bonitos que tienen desparramados entre las sábanas. Aún me quedan unos quince días de prácticas, pero no quiero ser pediatra. Demasiado duro emocionalmente. Aunque he de decir que también estoy disfrutando muchísimo, riéndome como nunca lo había hecho en las prácticas.

No quiero afirmar o negar qué quiero ser. Pero es que va tocando pensar en el futuro, ése tan incierto. Ayer comenzó en Madrid la elección de plazas del MIR. Probablemente la mayoría de quienes me leáis estéis tan acostumbrados como yo a la palabrita y no necesitáis explicación alguna. Para los que no, a modo de rápido resumen, debéis saber que al terminar la carrera de Medicina la mayoría de licenciados optan (optaremos) por hacer el examen MIR; obtendremos una puntuación concreta que nos permitirá elegir en qué especialidad médica queremos formarnos los próximos cuatro o cinco años, y, después, el resto de nuestros días.

En un par de años espero estar allí. Escogiendo mi vida. Mientras tanto, voy sopesando pros y contras.

2 comentarios:

  1. Y cuándo llegue el día... dejaremos que el destino nos sorprenda con nuestra elección de qué ser de mayor! =)

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  2. Qué miedito, María, qué miedito! El destino me asusta. Pero me gusta :)
    Gracias por comentar

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