viernes, 4 de mayo de 2012

Mucha magia


La ducha de los viernes. El olor a desayuno, y las lágrimas que se secan preparando bizcochos (por fin suben, ¡dimos con la harina mágica!). Después de la tormenta siempre llega la calma. Los abrazos a tiempo y a destiempo, al por mayor y a demanda.  El asalto súbito, a la altura de la cadera, de unos ojos tintados de un azul insólito; una vocecilla y un abrazo: la frescura, la espontaneidad, hechas personita. 
Los últimos cielos de abril, que parchean el azul de blancos y negros. Los abrazos al abuelo. Las llamadas inesperadas, y el feed-back, que, en el fondo, siempre funciona. Colocar a la Gorda una cinta rosa sobre el collar, y llamarla “chica guapa”; ésa bola de pelo blanco siempre me hace sonreír. 
Los gatos que, demasiado rollizos para ser callejeros, cazan pájaros en el tejado de enfrente.
Los folios desparramados, y los dedos manchados con trazos multicolor. La concentración que amenaza con marcharse para no volver; entonces te acuerdas de las fotos que esconden historias, y las historias que aún no sabemos si terminarán también colgadas de esos corchos. Las vidas que penden de un hilo. La fragilidad de la existencia se hace más evidente entre esas cuatro paredes. Las lágrimas que se camuflan en una nana, y, al fondo, la esperanza. 
Recordar que todo el esfuerzo merece la pena. Que tras tanta lógica hay, en realidad, mucha magia.

2 comentarios:

  1. Felicidades¡¡¡sentimiento y emoción que sale de la una conexión con el aquí y ahora...es un escrito que demuestra que la cabeza no manda siempre. Un abrazo y besos.Esther.

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  2. Me alegro de saber que en el fondo, al final, no me está saliendo tan mal :) Muchísimas gracias por tanto, de verdad! Un besazo!

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