11 de abril, es casi medianoche. Adormilada tras ver la peli
mala de la 1, lucho un rato más contra mis párpados, que tienen ganas de cerrar el
chiringuito por hoy. Porque hoy es 11 de abril, y…
…¿Sabes?, hoy ha sido un bonito día. Amaneció algo nublado y
con dieciocho grados a la sombra: impropios, o quizás no tanto, de este loco
abril. Paseíto mañanero con una Reina recién bañada, reluciente y suave como un
abrigo de visón, saludando a los patos de la charca del colegio y haciendo
planes para ir en busca de los flamencos de otra.
Recogimos las notas de Miguel en mi viejo instituto.
Necesitaría una “charla” tuya. Aunque le entraría por un oído y le saldría por
otro; ¡qué te voy a contar yo a ti de la edad del pavo, después de que te
tragases la mía por entregas semanales! Al llegar allí, encontrábamos el hall
invadido por un mercadillo solidario que los chicos del penúltimo curso
organizaban para ayudar a una de sus compañeras. Fue emocionante comprobar que
aún queda gente buena. Que el mundo no es tan malo. No sé: puede que peque de
ingenua. Ya veremos si me cura o no de espanto la vida.
Y volvimos a casa. Y preparamos tarta de queso, y galletas, y
dejamos el horno abierto para que el olor de casa no tuviese nada que envidiar
a la mejor bakery del mundo mundial. Los compartimos, con café y cháchara, con
las primas. Después se marcharon, y, ¿sabes?, fuimos a misa. Hoy fue viernes de
Dolores, y en San Agustín no cabía un alfiler, pero hoy ha sido once de abril,
y ya van cuatro seguidos. No te voy a engañar: ni me reconforta ni me parece
suficiente, llamémosle homenaje, que el cura sencillamente lea tu nombre, colocado al azar en una lista de difuntos que se me antoja interminable. Porque, ¿sabes?, yo te recuerdo cada día. O casi cada día: ya
sabes que al tiempo y al vivir les gusta hacer de las suyas y esconder los
recuerdos entre las prisas. Y te sigo echando de menos. Y cuando escucho a Pereza en la radio te pienso; y no porque te gustase (tú eras más de La madre de José), sino porque tú realmente eras la
estrella de los tejados, lo más rock´n roll de por aquí. Ojalá estuvieras aquí, para llamarte tita
Nati; ya hace tiempo aprendí que la familia es mucho más que simple sangre. Ojalá en estas
largas vacaciones me hubieses seguido escuchando la sempiterna pregunta, y
ayudando a mamá, la pobre, con la cabeza como un bombo (y es normal…), a
sobrellevarlo.
Y ojalá estuvieras aquí para no tener que despertar a mis
dedos los onces de abril para escribirte: preferiría hablarte, darte un abrazo,
reír contigo, agarrarte tus manos nudosas y también “del bracete” para ayudarte
a salvar algún escalón. Y también, ojalá, para contarte que, tras mucho divagar,
logré responder, no sin ayuda, a la pregunta del millón: de mayor, Nati, voy a
ser anestesióloga.
No te enfades, “jodía”, que por mucho caso que te hubiese
hecho convirtiéndome en médico de viejas, mala paciente iba a encontrar en ti
ahora que ya no estás. La parte buena es que, desde ahí arriba, seguro me
ayudarás a que mis pacientes tengan “un buen vuelo”. ¿A que sí? :)
Entrada realmente preciosa y emotiva... casi se me escapan unas lagrimillas...
ResponderEliminarEnhorabuena por la decisión! =)
Gracias Irene! Palabras para combatir olvidos.
EliminarLa decisión ha sido difícil de narices :O Pero por fin está tomada! Creo que me va a gustar :) Un beso!
Estará muy orgullosa de "haberte criado" cuando lo lea, porque lo leerá. Y estará muy orgullosa de lo que has llegado a ser (de lo que has sido todo el rato)
ResponderEliminarLo que he sido y lo que soy os lo debo a tantos... :) Thank you, my feed back!
EliminarNo te conozco... pero por lo que escribes y la forma tan bonita de escribirlo, segura estoy que ELLA, allá donde esté, estará orgullosa de tí.
ResponderEliminarUn saludo.