“¡Mieeerrrrrrrda!”, ha sido lo primero que ha venido a mi
mente. Malsonante y potente, apto para desfogar. Un movimiento sexy, y ¡pum!,
la taza de té derramada sobre los apuntes y el libro de Desgloses. Pero,
aplicándome aquello que tan beneficioso es (buscar el lado positivo de las
cosas), he respirado hondo, me he armado de paciencia y pañuelos de papel (que
era lo que más a mano tenía), y he recogido el líquido caliente. Y así,
despacio y con calma, me he dado cuenta de que, ¡anda!, existe un cacharro
llamado secador. Así que, escaleras abajo, he recogido a mi “ufesa de tres
motores”, y me he dedicado a secar el libro gordo. Los apuntes eran borradores,
¡menos mal!, y han ido directos a la papelera- eso sí, estiraditos, por si se
secan y hay algo legible que sirva como testimonio gráfico de que algo útil
hice ayer-.
Así pues, enumero: enseñanzas extraídas del incidente del
té:
1. Con calma se piensa. Si se piensa, se actúa
mejor. Si se actúa mejor, evitas un cabreo gratuito que podría haber hecho de
tu día “un día horrible”. Relativizas, que es algo estupendo que a menudo nos
olvidamos de hacer.
2. Cuando ves que la bola de nieve del “día
horrible” va rodando cuesta abajo y haciéndose más y más gorda, amenazante,
quizá es que estás empezando a acumular preocupaciones y necesitas desfogar, de
un modo u otro.
3. Era una señal. Una señal de que no, Hematología
tampoco es lo mío.
Por ello, he desfogado lagrimilla mediante durante un rato,
y ahora, con algo menos de “emociones acumuladas”, ¡vamos a comernos la Hemato!
(Estoy ya en el ecuador de mi MIR: 4 meses que pasarán tan
rápido como lo han hecho los 3 precedentes, y con horizontes alentadores: una semana de merecidísimas vacaciones que incluye cuatro días en Lisboa en maravillosa compañía, y cumpliendo propósitos- véase
disminuir mi nivel de exigencia/perfeccionismo-; por ejemplo, escribiendo post tan “chorra”
como éste ;)
¡Salud!
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