A menudo nos
preguntamos por qué suceden las cosas. Por qué el agua hierve a cien grados
tiene una explicación, por qué llueve cuando hay nubes también. Hay hechos que
la ciencia se ocupa de estudiar y explicar. Sin embargo, hay cosas que,
simplemente, suceden. Algunos lo llaman destino, otros coincidencia, azar. A mí
me gusta llamarlo casualidad. Me gusta pensar que, sí, para todo hay una razón,
pero muchas veces es más fácil dejar de buscarle tres pies al gato y dejarse
sorprender por las casualidades, que existen y se nos van presentando por el
camino para dibujar la ruta que ha de seguir nuestra vida.
Quién sabe
si fue la casualidad la que hizo que estemos hoy aquí. Quizás estaba escrito
que ese montón de críos se pondrían las botas perdidas de arena jugando al
fútbol en el Poli, que aquella pequeña de ojos azules no se comería los
macarrones si no eran con tomate Orlando. Puede que fuesen casualidad, o no,
aquellas tardes de verano, los mediodías de Romería en que ni la cerveza te
calma la sed. Y puede que también fuesen fruto del azar los amigos; pero no amigos cualesquiera: amigos de toda la vida y
para toda la vida. Y, de repente, la casualidad maximizada en el momento
perfecto y en unas galletas. Oye, qué casualidad que a ese chico tan alto, tan
guapo, de pelo castaño, le gusten las mismas galletas que a la rubita de la
sonrisa eterna y el corazón enorme.
Casualidad. Dos pulmones que casi murieron en el intento y muchos globos hicieron el resto.
Y es que
dicen quienes lo conocen que el amor siempre te encuentra. Que sólo hay que ser
capaz de quitarse la venda de los ojos cuando se presenta ante ti. Y es que hay
que estar atento, ¡hasta cuando comes galletas!
La
casualidad y la magia ya han cumplido su misión. Ahora viene la tarea más
ardua, pero más bonita. Cultivar el amor que habéis tenido la enorme fortuna de
encontrar el uno en el otro. Crecer juntos y sentiros de nuevo como niños
cuando todos los problemas del mundo se esfumen con un abrazo. Mirarse y
conseguir que la más gris y fría de las tardes de invierno se vuelva del color
del caramelo. Dar gracias cada día a la vida, a la casualidad, a Dios, por
haberos encontrado, porque existís el uno para el otro, y daros gracias por
elegiros. Porque el amor es energía, es magia, es eso que todo lo mueve. Es la
fuerza que os hará cada mañana levantaros con una sonrisa y tirar p´alante. Y
llegar a viejos y que la gente se quede mirando con envidia cómo, a pesar de
los años, seguís cogiéndoos de la mano. Tenéis cerca buenísimos ejemplos.
En la noche
más corta del año, nuestra más larga lista de buenos deseos.
Felicidades. De vuestra familia, que os adora.
Y con estas palabras terminamos la ceremonia de la boda más esperada del año, la primera de la familia :)
Y con estas palabras terminamos la ceremonia de la boda más esperada del año, la primera de la familia :)
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